La Expedición de Luperón en 1949

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La idea de derribar a Trujillo por la vía armada era estimulada por la gran oleada favorable a la democracia que recorría a toda América Latina, después de la derrota del fascismo en 1945 durante la II Guerra Mundial.

Por esa razón, con las armas que lograron salvar en Cuba, después del fracaso de Cayo Confites, los exiliados dominicanos a cuya cabeza marchaba don Juan Rodríguez, quien aportó el dinero necesario, y con la ayuda del presidente de Guatemala, el Dr. Juan José Arévalo, quien generosamente facilitó el territorio de su nación, armas y asesoramiento militar, comenzaron a organizar en ese país a mediados de 1948, otra acción armada contra la dictadura de Trujillo.

Los planes originales de la expedición de Luperón, que reunió en principio a 60 expedicionarios dominicanos, hondureños, cubanos, españoles, guatemaltecos, nicaragüenses, envolvía la penetración por la vía aérea en República Dominicana por tres lugares diferentes. La acción contaba además con apoyo de grupos de la resistencia interna a la dictadura, dirigidos por Fernando Spignolio y Fernando Suárez en Puerto Plata y el Cibao.

El asesor en cuestiones estratégica del general Juan Rodríguez, lo fue el teniente coronel Alberto Bayo, republicano español que años después entrenaría al grupo de Fidel Castro en México para la expedición del Granma.

Los expedicionarios de la zona norte, en la cercanía de Puerto Plata, estarían comandados por Horacio Ornes Coiscou, el grupo de La Vega por el general don Juan Rodríguez, el jefe supremo del movimiento, y el grupo del Sur, por el general Miguel Ángel Ramírez Alcántara, quien junto a Ornes, había participado de manera destacada como jefe de un batallón de soldados en el levantamiento del Ejército de Liberación de Costa Rica que llevó a José Figueres al poder. Ornes, por su parte, fue el jefe de la toma de Puerto Limón, combate que decidió la contienda en Costa Rica. Allí alcanzó el grado de coronel.

El 18 de junio de 1949 desde la base aérea de San José partieron de Guatemala los dos primeros aviones con los expedicionarios a cumplir su misión liberadora en Santo Domingo, con 48 patriotas. El tercero, un hidroavión Catalina, partió del lago Izabal, al día siguiente, casi de madrugada.

En ruta hacia Santo Domingo, los dos aviones que salieron primero de la base de San José, con 48 combatientes piloteados por aviadores mexicanos, donde venían los dos principales jefes militares de la acción, don Juan Rodríguez y el general Alcántara, por motivos no aclarados hicieron ese día una escala no acordada en el plan de vuelo, en el aeropuerto de Cozumel, en la península de Yucatán, territorio de México, lugar donde todos los expedicionarios fueron inmediatamente apresados. No así los pilotos mexicanos que fueron puestos en libertad y de inmediato desaparecieron.

El avión Catalina, piloteado por tres norteamericanos bajo contrato, con once hombres a bordo comandados por Horacio Julio Ornes Coiscou, quien ignoraba lo ocurrido en Cozumel, alcanzó nuestro territorio amarizando en la pequeña bahía de Luperón, el día 19 de junio al atardecer.

El apresamiento de los 48 expedicionarios de esos dos aviones en México, noticia que en lo inmediato fue trasmitida al mundo, enteró a Trujillo, quien de inmediato puso en alerta sus fuerzas armadas. Por esa razón, el hidroavión que logró amarizar al anochecer del día 19 de junio al mando de Ornes Coiscou, fue prontamente detectado por una fragata de la Marina de Guerra.

Si bien los expedicionarios pudieron desembarcar en la bahía del pequeño pueblo de Luperón y aunque en principio hubo contacto con la población, siendo acogidos por unos y atacados por otros, debido a un confuso incidente ocurrido entre ellos mismos en la oscuridad de la noche, con el saldo de un muerto y un herido de gravedad; al no poder hacer contacto con los compañeros del Frente Interno; al estar concientes de que ya había sido alertado el ejercito y de la imposibilidad de enfrentarlo con el reducido número de hombres que quedaba, motivó que el Comandante Ornes Coiscou diera la orden de retirada y el retorno hacia Cuba. Este propósito no pudo lograrse porque el hidroavión Catalina al salir encalló en un banco de arena de la bahía, logrando abandonarlo un grupo de los expedicionarios y la tripulación antes de que fuera atacado con cohetes y metrallas por el guardacostas de la marina enviado en su persecución.

Murieron en esa acción heroica: la tripulación del hidroavión integrada por los norteamericanos John M. Chewing, George Raymond Scruggs y Habet Joseph Maraot y los expedicionarios, Federico Horacio Henríquez Vásquez (Gugú), Hugo Kunhard, Salvador Reyes Valdez, Manuel Calderón Salcedo, dominicanos, Alberto Ramírez y Alejandro Selva, nicaragüenses y Alfonso Leiton, costarricense.

Sobrevivieron y fueron apresados: Horacio Julio Ornes Coiscou, Tulio Hostilio Arvelo Delgado, Miguel Ángel Feliú Arzeno, José Rolando Martínez Bonilla, dominicanos y José Félix Córdova Boniche, nicaragüense. siendo posteriormente exiliados gracias a la intervención de organismos internacionales. El Dr. Miguel Feliú, 10 años después, desembarcó en Constanza, siendo hecho prisionero, torturado y ejecutado.

Fernando Spignolio y Fernando Suárez, los encargados de reunir a los hombres de la resistencia interna para ofrecer solidario apoyo a los expedicionarios de Luperón, fueron delatados por un espía infiltrado en el grupo y asesinados el día 20 de junio.

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