El regreso al país del Movimiento Popular Dominicano

En los años finales de la década de los años cincuenta, se originó una discusión en el seno del Partido Socialista Popular, agrupamiento de los marxistas dominicanos, sobre los pasos inmediatos a tomar respecto a la dictadura de Trujillo.

Un sector proponía el retorno al país inmediatamente para iniciar en su interior la resistencia contra la dictadura, bajo la consigna de “lucha interna o Trujillo siempre”, mientras otros se oponía bajo el argumento de que las condiciones no “habían madurado para la lucha cívica” y que era preferible la espera de mejores condiciones para la organización de la actividad política abierta. A la cabeza de los primeros estuvo Máximo López Molina que no era dirigente del PSP sino un simple miembro, pero con destacada influencia.

La oposición de la mayoría del PSP a la idea del retorno inmediato al país para iniciar la lucha cívica contra Trujillo, condujo a López Molina, en unión a otros dominicanos exiliados residentes en Cuba, como Andrés Ramón Peguero, combatiente urbano integrado en Cuba a la resistencia contra el dictador Batista del Movimiento 26 de Julio, y el periodista, Julio César Martínez, Ramón Emilio Mejía (Pichirilo), José Moscoso y Pablo Martínez, a la fundación en febrero de 1956 del Movimiento Popular Dominicano para trasladarse a Santo Domingo para organizar la resistencia cívica contra la dictadura de Trujillo.

En 1959, sin embargo, el MPD no participó en el esfuerzo expedicionario organizado en Cuba por el Movimiento de Liberación Dominicana que condujo a los desembarcos del 14 y 19 de junio.

En 1960, después de efectuar algunos esfuerzos sin resultados con otras organizaciones de exiliados, a fin de que apoyaran su propuesta de regresar al país para dar inicio a la organización de las masas populares, con el propósito de crear las condiciones que permitieran el derrocamiento de la tiranía, los dirigentes del MPD decidieron enviar una primera delegación a la República Dominicana, integrada por Máximo López Molina, su Secretario General y Andrés Ramón Peguero, Secretario de Organización.

Meses antes, lograron conformar dos grupos de apoyo a su proyecto, el primero en New York y el otro en San Juan de Puerto Rico.

Desde ese último lugar entraron en contacto con las autoridades consulares dominicanos, quienes informaron al dictador sobre el proyecto del MPD. Se conoce que el tirano entendió como útil a su estrategia de dominación, el permitir de manera controlada, como lo había hecho en 1946 con el Partido Socialista Popular, la presencia de ese nuevo grupo opositor integrado por izquierdistas.

Los delegados del MPD llegaron a Santo Domingo, el 4 de junio de 1960 cuando el país vivía un agudo clima represivo con motivo del descubrimiento del Movimiento conspirativo de la Agrupación 14 de Junio, y a los pocos días consiguieron la apertura de un local situado en la hoy Ave. Trujillo Valdez, hoy Ave. Duarte, arteria principal de la más popular barriada de la ciudad capital en aquel momento. Desde allí iniciaron una activa campaña de agitación y de denuncia contra la dictadura por medio de altoparlantes y volantes repartidos a los transeúntes, y la publicación de su órgano informativo “Libertad”, que en principios fue recibida con recelo por la población, pero que a los pocos días, le ganó el favor y simpatías de centenares de habitantes de aquella barriada: obreros, chiriperos, desempleados y pequeños comerciantes ambulantes, etc.

La atrevida acción proselitista del MPD permitió en poco tiempo su rápido crecimiento, recibiendo la adhesión de veteranos antitrujillistas, como los hermanos Joaquín, Floricel y Parmenio Erikson, de jóvenes valerosos como Cayetano Rodríguez del Prado, dirigente estudiantil, Ivan Alfonseca, José Ramírez Conde, estudiante de pintura, Cesar Rojas, Enrique del Campo, Rafael Rivera y Andres Curiel, pero también pasó a formar parte de su dirección un inflitrado agente de los Servicios de Inteligencia de Trujillo, Mario Jerez Cruz.

Para sorpresa de los estrategas de la dictadura el crecimiento del MPD fue vertiginoso, y por tanto, sus actividades opositoras amenazaban con convertirse en un serio problema para la tiranía, y por esa razón, decidieron terminar con lo que en principio planificaron como un juego que no podía desbordar sus rígidos controles.

En tal virtud, a finales de julio una turba de agentes de la dictadura irrumpió violentamente en el local del MPD, con el propósito de finalizar la actividad de esa organización, siendo enfrentada por miembros de ese partido con un saldo de varios heridos de ambos lados.

A partir de esa experiencia la dirección del MPD decidió continuar con sus actividades públicas de denuncia, pero también crear un ramal clandestino que le permitiera la continuidad de sus actividades organizativas opositoras. En ese momento pasaron a ocupar posiciones importantes como dirigentes los zapateros Baldemiro Castro y Jorge Puello (El Men).

Fueron varios los asaltos que resistieron en su local central los emepedeistas, mostrando en cada ocasión un coraje poco común, conducta que elevaba las simpatías de su organización. Ya en agosto de 1960 el MPD tenía representación en Santiago, Barahona, La Romana, San Pedro de Macorís, Moca, La Vega y otros pueblos del país.

En otro asalto de las fuerzas represivas trujillistas ocurrido al local del MPD en agosto de ese mismo año más de diez de sus militantes fueron heridos y otros treinta detenidos y remitidos a la cárcel de “La Cuarenta”.

A principios de 1961, aterrorizada la dictadura por el crecimiento de esa fuerza opositora el SIM ordenó una redada general contra los emepedeistas, en las que perdieron la vida varios miembros importantes, entre otros, Floricel Erickson, asesinado en prisión, los dos hermanos Baik, quienes fueron atrapados por el servicio secreto de la policía a las puertas de la Embajada de Ecuador que se encontraba cerrada a causa de la aplicación de las sanciones de la OEA contra Trujillo.

En resumen, en esta fase de la historia nacional el MPD efectuó una importante contribución a la lucha del pueblo dominicano encaminada a la desaparición de la tiranía de Trujillo.