La dictadura de Trujillo en sus últimos días

La Expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, 14 y 20 de Junio de 1959.
February 22, 2017
Los panfleteros de Santiago
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La aplicación de los métodos más brutales de aniquilamiento utilizados por Trujillo contra los jóvenes expedicionarios del 14 de Junio de 1959, lejos de fortalecer su dictadura, como creyeron el dictador y sus colaboradores, resquebrajó los cimientos de su estructura de poder, pues el impacto que causó en el seno del pueblo el conocimiento de las torturas y fusilamientos masivos de estos héroes, pusieron en evidencia que ese régimen había llegado a un grado extremo de bestialidad, creando una ola de repudio que se fue generalizando día tras día, sentimiento que elevó la conciencia democrática de todos los dominicanos.

Ese último hecho se dejó sentir sobre todo en la juventud, pero también en el seno de muchas familias pertenecientes al aparato burocrático civil y militar de la tiranía, que advirtieron además, por primera vez, que los cambios políticos que se registraban en toda América Latina en aquellos momentos, ya comenzaban a sentirse también en nuestro país, indicando que el gobierno de Trujillo tenía sus días contados.

En aquellos momentos ciertos hechos de gran trascendencia reiteraron a los dominicanos en 1960, que el final de la dictadura se avecinaba. El primero lo fue la amplitud y la categoría social y política de los jóvenes participantes en la conspiración contra Trujillo descubierta por los servicios secretos en enero de ese año, pues una buena parte procedía de los grupos adinerados, y no pocos, incluso, eran hijos o familiares cercanos de funcionarios o ex funcionarios del régimen; y consecuencia de lo anterior, el viraje registrado por la cúpula de la Iglesia Católica con la publicación de la Carta Pastoral emitida ese mismo mes de enero, donde demandaron el respeto a los derechos humanos de los jóvenes apresados y el respeto a sus vidas.

El examen objetivo de la conducta política del tirano en aquellos días, y las de sus principales cómplices y esbirros de los Servicios de Inteligencia Militar (SIM) profundizando la represión, es decir, el espionaje, las persecuciones y los encarcelamientos de manera masiva, envolviendo al país en un verdadero estado de sitio, conducta desbocada que llegó a su clímax con el horrible asesinado de las tres hermanas Mirabal en noviembre de 1960, permiten señalar que el dictador había entrado en una fase de desquiciamiento mental.

Desquiciamiento que se había puesto en evidencia también, en la planificación del atentado organizado por Trujillo y su jefe de los servicios de inteligencia militar, coronel Abbes García, contra la vida del Presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt, hecho ocurrido el 24 de junio de 1960; acción descabellada que condujo a la OEA poco después, a la condena del dictador y establecer sanciones económicas contra su gobierno.

Todo esto ocurría mientras los aparatos propagandísticos oficiales elogiaban al socialismo, a la revolución cubana, se anunciaba el establecimiento de relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y se estableció un pacto para el regreso al país de los dirigentes revolucionarios marxistas, Máximo López Molina y Andrés Ramos Peguero, para permitir la actuación del Movimiento Popular Dominicano.

Por su parte, la economía del país que desde hacía varios años había entrado en crisis, se agravó aún más por los gastos excesivos del gobierno en la ampliación de su ejército, aviación y marina, la creación de su “Legión Extranjera”, el aumento de los gastos para mantener los constantes esfuerzos para la vigilancia del territorio nacional, la caída de los precios de los principales artículos de exportación que originaron un déficit en la balanza de pagos, junto a la sangría en divisas que significó las sanciones económicas impuestas por la OEA que sustrajeron divisas a los negocios azucareros de Trujillo por cerca de 20 millones de dólares y el acaparamiento de divisas de la ya atemorizada familia del déspota, designado en esos días (enero 21 de 1961) Presidente de los Bancos del Estado. Ese serio deterioro económico y financiero condujo al régimen, por un lado, a la firma de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, y por el otro, a la creación de nuevos impuestos que aumentaron más el descontento.

A todo lo anterior se sumó un fenómeno externo a la sociedad dominicana: el cambio que registró la política exterior de Estados Unidos en América Latina, inmediatamente después de la caída de la dictadura de Batista en Cuba, en 1959, tendente a favorecer el establecimiento de gobiernos democráticos representativos. Motivados por esos cambios, entendidos por los estrategas estadounidenses como absolutamente necesarios para evitar en el continente la creación de nuevos procesos revolucionarios como había ocurrido en Cuba con la llegada de Fidel Castro al poder, tanto el presidente Eisenhower, en los días finales de su mandato, como el nuevo mandatario John F. Kennedy en los primeros meses de su gobierno (enero-febrero de 1961), enviaron a la República Dominicana varios emisarios que intentaron convencer a Trujillo de que abandonara el poder. Pero ese esfuerzo resultó inútil: El gendarme creado por Estados Unidos, envuelto en su locura, ya no obedecía a sus jefes.

Pero el Presidente Kennedy no se detuvo, por el rechazo de su propuesta al dictador, y el 14 de marzo de 1961, en el discurso que pronunció en Uruguay, donde anunció la creación de la “Alianza para el Progreso”, expresó su “esperanza de que pronto la República Dominicana se vincule a la sociedad de hombres libres”.

Todos los hechos anteriormente señalados evidenciaban, que a principios de 1961, Trujillo ya era, como dicen los dominicanos, “un muerto en vida”.

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