El mito de la creación del peso dominicano

Los alabarderos de la dictadura efectuaron toda una campaña propagandística en 1947 presentando la entrada en circulación del peso dominicano, en lugar del dólar, y la fundación del Banco Central ese mismo año, como medidas de “elevado sentido nacionalista y patriótico”, y proclamaron a Trujillo como “Restaurador Financiero de la República” y en su honor fue levantado un monumento que situaron en la Avenida George Washington, más una tarja que lo consagraba como tal en el Altar de la Patria.

Pero el examen de la documentación económica ha permitido establecer que Trujillo al poner en circulación el denominado peso dominicano y sacar de circulación el dólar norteamericano, efectuó una verdadera estafa contra la nación, acción que le permitió robar en esa operación una suma cercana a los 12 millones de dólares (US$11,872,174), que es la diferencia entre los dólares que circulaban en el país en aquel momento (1947) más los depósitos en dólares de la nación en bancos extranjeros, (US$60,081,174) divisas que el tirano recogió en la operación, y los nuevos pesos dominicanos canjeados por esos dólares y puestos a circular (RD$47,705,000), para sustituir el papel moneda norteamericano.

En cuanto al Banco Central, desde un principio Trujillo utilizó esa entidad financiera como una fuente clave para el financiamiento de sus negocios personales fraudulentos, que fue la vía fundamental de su gran acumulación originaria de capitales.

Así, por ejemplo, en diciembre de 1947, apenas meses después de fundado el Banco Central, le vendió a esa entidad la empresa Salinera Dominicana CxA, por la suma de $2,777,693.23, cuando la misma no valía ni siquiera 200 mil pesos.

La suma anteriormente señalada en esa otra estafa, aparece registrada como “deuda interior” de la nación en el primer boletín publicado por el Banco Central en 1950.

A la muerte del dictador en 1961, de todos los capitales invertidos en la industria nacional ($306,833.029), Trujillo era propietario del 51%. Los industriales nacionales tenían el 7% y las empresas inversionistas extranjeras, casi todas norteamericanas registraron el 42%. Es decir, Trujillo era, en consecuencia, amo y señor de las finanzas y las industrias nacionales.