Los herederos de Trujillo

La lucha del estudiantado contra los remanentes de la tiranía y la represión policial del 20 de octubre de 1961
February 23, 2017
Consejo de Estado
February 23, 2017

Poco después de la muerte de Trujillo y de las persecuciones y los asesinatos que terminaron con la vida de varios de los héroes que protagonizaron el tiranicidio, como Juan Tomás Díaz, Antonio de la Maza, el teniente Amado García Guerrero, y de otros comprometidos pero no vinculados directamente en la acción libertaria, el país entró en un proceso de movilización popular y de agitación permanente de las masas, que tenían como norte la renuncia de la Presidencia de Joaquín Balaguer y la salida del país de los familiares del tirano y de su cabeza principal, su hijo Ramfis Trujillo, designado dos días después de la desaparición de su padre en el cargo de Jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas.

Este proceso se inició a principios de julio, días después de la llegada al país de los primeros representantes del PRD, cuando la juventud estudiantil de la Universidad Autónoma de Santo Domingo comenzó la destrucción de todas las tarjas, recordatorios y retratos del tirano que “engalanaban” casi todas las paredes de las aulas y el derribamiento de la monumental estatua de Trujillo vestido con toga magistral, situada en la entrada principal del Alma Mater, hechos que se registraban al mismo tiempo que se iniciaban los pasos para crear la Federación de Estudiantes y se exigía al gobierno la autonomía de la Universidad.

Prontamente, el ejemplo de los jóvenes universitarios se extendió por todos los liceos secundarios del país, donde también los estudiantes rompieron fotografías, afiches y toda referencia gráfica a la figura del tirano, mientras por otro lado, en la ciudad capital, nutridos grupos de muchachos iniciaron la persecución y acoso en las calles de agentes secretos y colaboradores de la dictadura que el pueblo denominaba como “calieses” y organizaban también manifestaciones y desfiles espontáneos demandando la renuncia de Balaguer y la salida de los miembros del clan familiar trujillista.

Dentro de ese ambiente de protestas permanentes en repudio al régimen de Balaguer y en demanda de la salida de los familiares del sátrapas, el 20 de octubre de 1961, centenares de estudiantes reunidos en la barriada de Ciudad Nueva en la calle Espaillat de Santo Domingo, declararon el lugar como “zona liberada” siendo duramente atacados por efectivos de la Policía Nacional, con un saldo de unos cinco muertos y decenas de heridos.

Esa misma noche, el Dr. Balaguer con un discurso emitido desde la Palacio Nacional, condenó las movilizaciones estudiantiles y las protestas y felicitó al cuerpo policial por su “conducta ejemplar”.

Como lo delatan los hechos, los herederos de la dictadura, encabezada por Ramfis y Balaguer, se plantearon como propósito central del momento su continuidad en el poder. En varias oportunidades Ramfis expresó en la prensa su total apoyo al destacado ideólogo de la tiranía designado por el fenecido “Benefactor” como Presidente de la República.

Para tales fines, en tal virtud, comenzaron a hablar de lo que denominaron “apertura hacia la democratización”, mientras orquestaron todo un plan demagógico que se inició con la disolución del Partido Dominicano y la distribución entre policías y rasos del ejército de sus cuantiosos fondos; continuó con las regalías de triciclos a los vendedores ambulantes, condonaciones de deudas por préstamos a los choferes de carros públicos, y continuó con una rebaja sustancial de los impuestos a muchos artículos de consumo masivo como: el arroz, café, cacao; reducción al impuesto a la renovación de la cédula, y la disminución al impuesto a los beneficios (renta) y la exoneración de todo impuesto al gasoil.

Pero en aquellos días, la fundación de la Unión Cívica Nacional, presidida por el Dr. Viriato Fiallo, y poco después, la salida a la luz pública de la Agrupación 14 de Junio, encabezada por el Dr. Manuel Aurelio Tavárez Justo, la fundación del Partido Revolucionario Social Cristiano, bajo el liderazgo de Alfonso Moreno Martínez y Josefina Padilla, más el arribo de otros grupos políticos de los exiliados, como Vanguardia Revolucionaria, dirigido por Horacio Julio Ornes, el Partido Nacionalista Revolucionario, de Dato Pagan y el Dr. Pérez Cabral, el Partido Nacionalista Revolucionario Democrático del general Ramírez Alcantara, el resurgimiento en la palestra del Movimiento Popular Dominicano, y el continuo retorno semana tras semana de centenares de exiliados democráticos, fortalecieron la brega del pueblo contra la permanencia en el poder de Balaguer y la presencia en posiciones elevadas militares de la mayor parte de los hijos, hermanos, sobrinos y otros familiares de Trujillo.

Sin embargo, las voces más fuertes en este concierto antitrujillista eran la Unión Cívica Nacional, que aglutinaba a los sectores más conservadores de la industria y el comercio, y a las familias de rancio abolengo y la Agrupación Política 14 de Junio, organización que logró reunir a su alrededor a los representantes más lúcidos de los grupos profesionales, a núcleos numerosos de la clase media del campo y la ciudad, logrando también influencia en importantes en los recién formados sindicatos de trabajadores y en el estudiantado universitario y de los liceos de la educación secundaria.

En aquel momento de profunda inquietud política, de verdadera efervescencia de las ideas democráticas, a contrapelo de los remanentes del trujillato enemigos de la libre expresión del pensamiento, comenzaron los dominicanos a expresarse libremente y salieron a la luz pública los primeros medios informativos publicados sin censura oficial, como lo fueron los órganos de los partidos políticos, “Unión Cívica Nacional” y del 14 de Junio, el semanario 1J4, el periódico “Libertad”, del Movimiento Popular Dominicano, donde se recogían las denuncias de los abusos de las fuerzas represivas; periódicos que la gente devoraba con los ojos, ávida como se encontraba de encontrar alguna fuente informativa carente de mentiras y tergiversaciones.

La circulación de todos esos periódicos atizó aún más la agitación de las masas y las protestas exigiendo la renuncia de Balaguer y la salida de los familiares de Trujillo convirtiendo al país en ingobernable, a lo que se agregaba la presión de Estados Unidos para que el Presidente accediera a aplicar una fórmula política que tranquilizara la nación. En lo que fue interpretado como una medida de presión, los norteamericanos enviaron a las costas de Santo Domingo varios buques de su flota del Atlántico.

En noviembre de 1961, después del levantamiento de la Fuerza Aérea dirigido por el general Rodríguez Echavarría, los familiares de Trujillo y su hijo Ramfis finalmente abandonaron el país. Pero antes de partir este último personalmente digirió el fusilamiento de Modesto Díaz, Roberto Pastoriza, Huáscar Tejeda, Pedro Livio Cedeño, Tunti Cáceres y Salvador Estrella Sadhala; todos implicados en la muerte del tirano.

Finalmente, en diciembre después de una larga huelga general que duró doce días, Balaguer aceptó mediante acuerdo con Unión Cívica Nacional y representantes de Estados Unidos, la disolución del Congreso y la conformación de un gobierno colegiado, un Consejo de Estado presidido por él mismo, con representación de la oposición y un representante del clero, que prestó juramento el 2 de enero de 1962.

Sin embargo, la presencia de Balaguer se convirtió en un elemento irritante para las masas y los partidos de la oposición, y por ese motivo las presiones políticas y las protestas en las calles en demanda de su renuncia no se detuvieron. El hecho obligó al autor de “Tebaida Lírica”, a organizar un autogolpe dirigido por el general Rodríguez Echavarría que juramentó a Humberto Bogaert; proyecto que duró apenas 48 horas pues fue enfrentado por otra huelga general. Agotado ese último recurso, Balaguer abandonó el poder y buscó asilo en la Nunciatura Apostólica del Vaticano.

Ese mismo día, 16 de enero de 1962, el Consejo de Estado presidido ahora por el licenciado Rafael F. Bonnelly, tomó el poder, obligándose a organizar elecciones democráticas en diciembre de 1962. Compromiso que cumplió.

Los demás miembros de ese segundo Consejo de Estado fueron: Mons. Eliseo Pérez Sánchez, el Dr. Nicolás Pichardo, Lic. Eduardo Read Barrera, el Dr. Fernández Caminero, Luis Amiama Tió y Antonio Imbert Barrera. Los dos últimos participantes en la acción del 30 de mayo.

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